Mi niñez y la muerte

Los seres humanos intentamos darle sentido a la vida, aunque no lo tenga.

Esta mañana de lunes he paseado mi infancia en Valladolid, sin pretenderlo en mis primeros pasos. Y he acabado el día viviendo la muerte de un amigo que ya no quería vivir.


Mi niñez y la mañana

Me levanto con mi niño Leo en la casa en la que he crecido. Vamos caminando hasta el cole caminando y discutiendo un poco sobre… un asunto que soláis discutir con los vuestros. Al final no sobran los tres segundos para parar en un Kiosco ni las razones que quiere Leo para hacerlo. Entra el último de la clase, no hay problema.

Marco el destino: Pinar de Antequera. Solo llegaré a la Rubia y su callejón de la Alcoholera. Iré a ver el Kínder Santa Genoveva, primer lugar del que tengo recuerdos. Sintonizo Mi Niñez de Serrat y me pongo a andar.

Brilla el sol por el paseo zorrilla y a la altura del Puente Colgante cojo el Pisuerga, que está gozoso en su soledad de lunes. Destellos, tranquilidad, patos, gatos y pájaros viejos que desconozco. Allí, en la rubia y su callejón de la Alcoholera, ya no existe la guardería como tal, ahora han levantado una residencia de ancianos llamada Raíces en una mitad del terreno en el que jugábamos, y, en la otra, queda la casita con las escaleras en las que en mi cumpleaños se me cayeron todos los caramelos, melé y desgarro. Todo revuelto por supuesto, si mi memoria y mi corazón no se lo han inventado.

Saco recuerdos y fotos, curioseo y me siento al sol; café y pincho, por favor.

Decido volver, me han invitado a una visita especial.

Cojo el paseo Zorrilla y paso por el antiguo Matadero entre la Rubia y la Farola, allí vivía al nacer, encima del cine Rex. En el parque de enfrente me empecé a mover. Todo va rodado y avanzo por el Paseo Zorrilla hacia el antiguo estadio, del que todavía me acuerdo. Hay que rematar y bendigo la casa, el cariño y los dulces de mis abuelos en la última casa de la última esquina del Cuatro de Marzo con el Corte Inglés. Espero haberme explicado bien.

He sido un niño un buen rato y he caminado libre. Estoy muy agradecido a todas las personas que me dieron una infancia tan feliz.

Hay que dar de beber a los caballos y a los hombres

12:15 En Caballería.

Ya sabéis, a veces, tiene que venir tu primo Fernando de Alemania para enseñarte la ciudad. Y los contactos siguen siendo de lo más importante en esta vida. Su amigo Raúl, militar, bueno y cabal, aparentemente, nos enseña la academia y actual universidad militar de Caballería. Disfrutar con niños, primos y tíos de un lugar así de racial da gusto, a pesar de que el viento empiece a soplar. Un lujo ver las estancias, los cuadros, tapetes, trajes y armas del museo militar para al final brindar en la cafetería por la paz. Qué bueno que la historia quede atrás y calmada, a pesar de los políticos que no saben a donde van.

La Buenaventura de Ángel Diaz Sánchez.

Elegía por M.

“Sopra de mais o vento”, que dice el fado. Vuelvo a casa contento y cansado. Como algo, me echo en la cama para descansar y bajo la persiana. Me llama Jorge a horas inusuales; las malas noticias no hay que buscarlas, llegan solas.

M. ya estaba muy harto de vivir.

Queda pendiente ese paseo amigo, por donde tú quieras, y perdona por todos los momentos en los que no supe estar a tu lado.

Te quiero.

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Sé un pájaro, no te canses de ti.